Todos hemos escuchado historias de jóvenes brillantes que no lograron continuar sus estudios por falta de recursos. A veces son buenos estudiantes, a veces son los primeros en su familia en llegar al colegio. A menudo tienen sueños grandes, pero enfrentan realidades más grandes aún.
Una beca universitaria no solo cubre gastos: cambia trayectorias, mejora economías familiares, y genera círculos virtuosos de desarrollo. Una beca es una herramienta de justicia social, de inclusión y de esperanza. Cuando otorgamos una beca, estamos diciendo: ‘Creemos en ti. Tu esfuerzo vale la pena.’
En nuestra fundación, creemos firmemente que el talento guayaquileño no debería tener precio. Que ninguna historia se quede a medias por una razón económica. Que cada joven con vocación y esfuerzo merece una oportunidad justa para alcanzar su potencial.
Hoy sembramos, con la convicción de que cada beca entregada es una semilla de futuro. Y con el compromiso de seguir trabajando para que, algún día, el talento no tenga barreras.